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el ritmo que nos mueve

mi librero

Tengo un librero que mide dos metros y guarda doscientos libros. Lo trajeron entre el carpintero y su hijo, quienes idearon la manera de colocarlo en mi habitación sin que raspara en las paredes. Esa noche acomodé cronológicamente los libros.
Su color es café y tiene un sutil olor a madera. Se compone de seis espacios de treinta centímentos cada uno. Reposa a un metro de mi cama y a un lado de la ventana. No cabe otro libro más. Si compro alguno, retiro el que menos utilice. Quiero que guarde sólo doscientos libros, los mejores doscientos libros. Por eso el librero es el mueble favorito de mi casa.
El único defecto es que, como todos los libreros, desaparece mientras duermo, desordenando los libros que acomodo cada mañana.

2 comentarios

Anónimo -

fenririel -

A menudo también se me pierden libros que luego aparecen en el lugar más razonable: el librero perfecto.

En tanto tenemos al libro - también - como fetiche, el librero parece un bello resguardo de lo idílico que hay en ellos.